Un lugar para respirar
Estos días he vuelto a ese lugar, en mi pueblo; un lugar que huele a verano, a pasos lentos, a polvo y siega, a hinojo en las cunetas.
De lo que me he propuesto hacer en Mamma Bra este verano, he hecho más bien poco. No me castigo, he estado criando, disfrutando, haciendo otros trabajos, y meditando…Tuve la campaña de la Semana de la Lactancia Materna y no fue del todo bien: se juntó agosto con que Meta hizo lo que le dió la gana con mi dinero y empezó a mostrar mis anuncios a señoras de más de 65 años, que obviamente no era mi público, y que me mandaban beef (como dicen los GenZ) porque parecía que había inventado la lactancia materna, qué me creía yo…
Acabé bastante frustrada porque no dejaba de mirar las estadísticas constantemente. Me agoté y me quise dar unos días antes de volver al contenido que tenía preparado, a la newsletter, pero al final fueron semanas de vida en el pueblo, vida en horizontal, y no solo me refiero a estar tumbada sino a que no tuviera que bajar y subir para salir y entrar de casa; horas de juegos de mesa, rodillas peladas, paseos, pies sucios, tomates de huerto, atardeceres…
Hace un par de años tuve problemas de ansiedad (ya os he contado que fue el detonante que me ha traído hasta aquí) y mi terapeuta me ayudó a buscar mi lugar seguro. No sé si habéis visto este dibujo que tengo colgado en mi despacho, es el dibujo que hice de aquel lugar al que tenía que viajar cuando el nudo apareciera en mi pecho, volvieran los dolores de cabeza y la inseguridad.
Estos días he vuelto a ese lugar, en mi pueblo; un lugar que huele a verano, a pasos lentos, a polvo y siega, a hinojo en las cunetas. Verlo y respirar profundo me hace feliz y esta foto (en el encabezado de este post) en mi galería me ayuda a pensar más claro.
¿Tú también tienes un lugar de calma en el que eres feliz? Me encantaría saberlo.
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